El reto de la ciberseguridad

En un mundo global y digitalizado, la revolución tecnológica ofrece grandes ventajas, pero también importantes riesgos que deben ser combatidos con eficacia para evitar daños económicos y problemas de seguridad. Prueba de ello es el ataque masivo que sufrieron ayer algunas compañías de todo el mundo y que en España afectó, entre otras, a la red interna de Telefónica, a través de un virulento software de origen desconocido que a lo largo de la jornada se extendió por numerosos países. El virus detectado ayer infecta y bloquea los archivos y sistemas de las entidades en las que logra entrar y solicita un rescate económico para liberarlos. El peligro y la complejidad de este ciberataque obligó a varias empresas a apagar sus ordenadores y cortar el acceso a internet a sus empleados para evitar daños mayores, con las consiguientes pérdidas y perjuicios.

Este caso no es el primero ni será el último de estas características. El cibercrimen es una tendencia creciente y cada vez más sofisticada cuyo negativo impacto no solo afecta a las grandes compañías, sino que lo sufren a diario miles de particulares conectados a la red, una actividad delictiva a la que, a mayor escala, hay que sumar las amenazas digitales procedentes de organizaciones terroristas y determinados regímenes o las campañas orquestadas para influir en los procesos democráticos, que hace solo unos meses llevaron al Gobierno de Holanda a cancelar el voto electrónico en las últimas elecciones. La seguridad absoluta no existe, tampoco en las redes de internet, pero hay que concienciarse sobre la necesidad de prevenir, perseguir y neutralizar una ofensiva que puede poner en jaque sectores estratégicos de la economía y la seguridad nacionales.